En una tranquila tarde de sábado, seis almas se reunieron en el corazón del centro sociocultural de la Calle Gran Capitán en Granada. La luz dorada del atardecer bañaba el lugar, creando un ambiente perfecto para la introspección y el crecimiento espiritual. Al centro de esta ceremonia vibraba el disco panóptico, diseñado por el visionario Raúl Ximénez, quien había trazado cuidadosamente el cuadrante uno bajo el principio de la energía yin del chakra del Tercer Ojo.
El grupo, compuesto por seis personas chakra, cada una portando su herida particular, se sumergió en la atmósfera creada por Raúl. Con una voz serena, él explicó el fundamento del efecto espejo: “Todo aquello que señalamos y criticamos en los demás no es más que el reflejo de lo que habita en nuestro interior.”
Raúl guió a los participantes hacia un viaje espiritual donde se enfrentaron a sus propias sombras. Frente al disco panóptico, cada individuo miró profundamente en su interior mientras resonaban notas armoniosas que activaban el flujo energético del Tercer Ojo. Era un momento de conexión intensa, donde lo analógico y lo espiritual se fusionaban. La energía yin fluía, suave pero poderosa, invitando a los chakras a sanar desde la raíz.
Cada persona del grupo chakra encontró en su propia crítica un camino hacia la sanación. A través del efecto espejo, descubrieron aspectos de sí mismos que habían ignorado, escondido o reprimido. Lágrimas silenciosas corrieron, risas espontáneas surgieron, y un sentimiento de unidad envolvió al espacio.
Antes de despedir la jornada, Raúl les ofreció una nueva perspectiva y una invitación a continuar el camino hacia el equilibrio. “Así como el chakra del Tercer Ojo nos ayuda a sanar nuestras heridas de intuición apagada, su opuesto y complementario, el antichakra Tercer Ojo 6.0, nos lleva hacia la máscara social que todos hemos usado alguna vez para enfrentar la humillación y las exigencias del mundo exterior. Propongo que pivotemos juntos entre esta dualidad: lo individual y subjetivo frente a lo social y objetivo, para transformar nuestras sombras en luz.”
Raúl explicó que, al activar esta dinámica, se estimularían niveles equilibrados de serotonina y adrenalina. Este balance bioquímico les permitiría enfrentarse al cambio con energía, serenidad y un nuevo marco dinámico que redefiniera su conexión consigo mismos y con los demás.
Con esta invitación resonando en sus corazones, las seis almas se despidieron, llevando consigo no solo un momento de sanación, sino también una brújula para navegar en el complejo océano de la dualidad humana.
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