Bajo la luz diáfana y el flujo envolvente del coworking situado en la Calle San Juan de Dios , Raúl Ximénez extendió el disco panóptico ante el grupo. Cinco personas-chakras, cada una vibrando con su frecuencia única, se preparaban para la modulación energética.
Era jueves, y el chakra analógico dominante en la reunión era Corazón 4.0, con la herida de traición gobernando el tránsito emocional. La franja horaria yin impregnaba el espacio con una energía receptiva, enmarcando el desafío de integrar las cicatrices del pasado. Raúl, con la maestría de un ingeniero vibracional, situó el encuentro en el Cuadrante#2, donde la huella de la traición adquiría su máxima intensidad.
Con una voz firme y compasiva, invitó al grupo a decodificar su máscara, facilitando el desplazamiento hacia el Cuadrante#1 para activar una versión auténtica de su ser. En este tránsito, la energía oscilaba entre los chakras yin —Sacro 2.0, Corazón 4.0 y Tercer Ojo 6.0—que canalizaban la transformación mediante una amplitud modulada. Cada ajuste vibracional liberaba endorfinas y dopamina, reforzando la seguridad y el propósito de los participantes.
Para quienes sentían una resistencia profunda, Raúl ofreció una alternativa: un desplazamiento transversal hacia el Cuadrante#3, donde la antiheridas de los chakras yin: Sacro 2.0, Tercer Ojo 6.0 y el de hoy jueves, Corazón 4.0—desplegando un proceso de sanación y modulación simultánea a través de una modulación de las frecuencias afines a las máscaras de los chakras yang: Raíz 1.0, Plexo Solar 3.0, garganta 5.0 y Corona 7.0, formando un vórtice de energías complementarias y convergentes en el modo Shen.
El coworking se transformó en un nodo de oscilación energética. Los circuitos vibratorios adoptaron patrones de modulación AM y FM: los chakras yang transmitían la claridad del propósito, mientras los yin envolvían el espacio con su profundidad emocional. La red digital amplificaba cada interacción, activando neurotransmisores que facilitaban la recalibración hacia una conciencia más elevada.
Así, en el presente del modo Shen, Morphosland Granada se tornó en un crisol vibracional donde las máscaras y heridas, yang y yin, se entretejieron en una sinfonía energética colectiva. Cada ajuste y cada oscilación trazaban el camino hacia una transformación interna.
Raúl elevó el disco panóptico al cierre del ritual. Era el instante de la poesía, un reflejo del viaje compartido:
Flujo Simbiótico del Corazón
En el pulso vivo de Morphosland, corazones y almas trazan su danza. Máscara traición cede su peso, en Corazón 4.0, brota su fuerza.
Yang pulsa firme, vibración precisa, plexo que arde, garganta que grita. El yin responde, amplitud que envuelve, sacro y tercer ojo sanan lo endeble.
Neurotransmisores vibran en espiral, chakras modulan el código vital. Raúl invoca ecos del panóptico total, Morphosland respira, espacio universal.
Cuando el círculo se une en su raíz, antichakras dialogan, heridas se eclipsan. El vuelo de la paloma digital, nos llama a la paz, un código vital.
Morphosland Granada emerge como el punto de integración, donde la frecuencia y la amplitud, la herida y la sanación, encuentran su cauce en la modulación del presente.

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