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miércoles, diciembre 08, 2004

El tiempo es fungible...la literatura, también.

A raíz de una catástrofe operativa(#) surgida en el Blogger de Félix, he rememorado el siguiente pasaje anecdótico:
Fue por motivos laborales - cumplimentación de inventarios- en una macrofábrica de reciclaje, lugar donde prima esa cota tan banal por el que el valor de la literatura lo marca el precio al que está el kilo de papel el mercado. Pues bien allí de un contenedor - en el que había apiladas una infinidad de páginas de las más dispares temáticas- pude rescatar poco menos de un centenar de ellas, pertenecientes a una antología de poesía castellana del siglo XX , antes de ser engullidas por las gigantescas fauces de los pulpers-. En ellas había impresos poemas como: Ruinas, La Casa, Canción de la niebla, Pájaros, Noche cerrada, El andamio, Desnudo, Otoño inglés, Mere Road, El derrotado, Respuesta, Extramuros, Música callada, Aula de química, Estío en Bidonvillle, Mensaje a las estatuas, Canto de inocencia, Testamento, Cae la noche, Materia, Hombre total, Visitación, El cuerpo no tiene Nombre, Para oprobio del tiempo, Vals de atardecer,...
Me pregunto si este suceso fue guiño del azar, o simplemente la voluntad de cualquier poema a ser leído. Con todo me hubiera complacido ver figurar, en alguna de esas contadas páginas, un poema escrito por mí, aún a sabiendas que su destino final fuese el carrusel del olvido.
(Por cierto, el protocolo del contenedor era : PL 831-F114 B)

Moraleja: Nada se crea ni se destruye...todo se transforma.

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