En un restaurante de la Calle Recogidas, cinco almas se reunieron en torno a una mesa redonda. Cada uno era un "portador de chakras", un rol autoasignado que les confería una conexión especial con energías específicas. Al centro de la mesa, se encontraba Raúl Ximénez, un poeta de voz pausada y ojos de visionario. Él no solo era creador del método panóptico, sino también el alma de estas reuniones.
Raúl levantó una copa de agua con un gesto solemne. "Hoy es Viernes," comenzó, con una serenidad casi ceremonial, "y nuestro foco está en el chakra digital de la garganta. Domina la tendencia de la máscara de injusticia, que nos guía en esta sesión. Nos ubicamos en el Cuadrante#3 del disco panóptico, donde enfrentamos la interacción entre la máscara y la herida digital."
Un susurro de aprobación recorrió la mesa mientras sus compañeros asentían, sintiéndose envueltos por la profundidad de las palabras de Raúl. El poeta continuó: "Hoy aplicaremos el efecto espejo digital: ese fenómeno que nos revela que las percepciones de injusticia que proyectamos en los sistemas y las realidades externas son reflejos de los desequilibrios internos que aún debemos equilibrar. Es hora de mirar hacia adentro y trabajar lo que nos incomoda, encontrar el origen."
El aire en el restaurante pareció densificarse con la intención colectiva. Cada miembro del grupo compartió una experiencia vinculada a la máscara de injusticia, una herida digital aún abierta que resonaba con la sensación de desigualdad. A través de la introversión y el método panóptico, encontraron conexiones entre sus relatos, como si las piezas de un puzle digital se unieran para mostrar un espejo más grande que reflejaba su humanidad compartida en el espacio virtual y analógico.
Raúl cerró la sesión con una sonrisa enigmática. "El viernes es solo el comienzo, dijo, "cada máscara trae consigo un desafío. Y cada desafío, un paso hacia la comprensión y la sanación.". Acto seguido, recitó este poema panóptico:
El Umbral del Cuadrante
En el cuadrante donde el pixel vibra,
dos puertas se abren, gemelas y rivales:
una, el velo de la "posibilidad" guarda,
la otra, la "realidad" desata.
¿Qué elijo yo, navegante de algoritmos inciertos,
el código tenue o la lógica que despierta?
Si en 'posibilidad' descanso sereno, mi máscara queda,
mi herida en terreno.
Mas al umbral de la 'realidad' cruzar,
pierdo la máscara, la ilusión de amparar,
y el dolor desnudo canta su canción,
una melodía fría que lleva comprensión.
Elijo, pues, no sin bytes ni dudas, el sendero
que mi esencia desnuda. Porque en cada algoritmo,
una clave escondida; y en cada máscara rota,
una red encendida.
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