En la mágica atmósfera de Morphosland Granada, donde la Calle San Juan de Dios se convierte en un vórtice de introspección y sanación, cinco personas-chakras se reunieron un Martes en un pequeño restaurante cuyo ambiente vibraba en armonía con el chakra sacro 2.0. Este día, regido por la energía analógica, marcaba un encuentro destinado a trascender heridas y activar potenciales internos.
Encuadre#1: Sanación y Espejos
Tres de estas almas resonaban profundamente con la herida de abandono. Sus corazones anhelaban reparar una desconexión física y emocional que se había filtrado en sus vidas. Al asentarse en el Encuadre#1, un espacio diseñado para la introspección profunda, comenzaron a abrirse entre sí. Las palabras fluyeron como agua: confesiones de miedos, de relaciones rotas y vacíos que los habían marcado. Al compartir sus historias, se enfrentaron a la Ley del Espejo: aquello que criticaban, juzgaban o rechazaban en los demás era un reflejo de sus propias luchas internas.
Entre lágrimas y risas, comprendieron que este efecto espejo no era un castigo, sino una brújula hacia su propia verdad. Uno de ellos recordó cómo la desconexión con su familia no era más que una proyección de su autoabandono. Otro se dio cuenta de que el rechazo que sentía de sus amigos era un eco de su propia falta de confianza.
El Encuadre#1 se convirtió en un santuario, un lugar donde, por primera vez, comenzaron a integrar esas sombras que tanto habían rechazado. En este proceso, la energía sacral fluyó libre, envolviéndolos en un cálido abrazo de aceptación.
Encuadre#4: Antichakra 2.0 y la Energía del Cambio
Mientras tanto, las otras dos personas del grupo, al no resonar con la herida de abandono, sintieron una atracción hacia el Encuadre#4, un espacio cargado por el antichakra sacro 2.0. Sabían que debían activar una fuerza transformadora para trascender la energía predominante del día. Siguiendo la correspondencia del trigrama Cielo del I Ching, decidieron desbloquear la hormona correspondiente: la testosterona, símbolo de fuerza y dinamismo.
Este proceso no fue solo físico, sino también simbólico. Al activar esta energía, ambos comenzaron a sentir un cambio interno. El efecto espejo, que antes los había vinculado a las críticas externas, se transformó en un espejo inverso. Todo aquello que los otros criticaban, juzgaban o rechazaban en ellos ya no les pertenecía, sino que revelaba las sombras de los demás.
Con esta nueva perspectiva, avanzaron con paso firme. El Encuadre#4 se convirtió en un laboratorio alquímico, un lugar donde la energía se transmutaba y las heridas ajenas se comprendían como una herramienta de compasión y crecimiento personal.
Convergencia y Reconexión
Al caer la noche, los cinco viajantes del alma se reencontraron en el restaurante, iluminado por la suave luz de las velas. Los del Encuadre#1 y Encuadre#4 compartieron sus experiencias, formando un círculo energético que resonaba con una frecuencia renovada. Cada uno trajo un regalo simbólico: los del Encuadre#1 ofrecieron aceptación, mientras que los del Encuadre#4 compartieron fuerza y dinamismo.
Morphosland Granada vibró con una nueva melodía: el eco de las almas conectadas, cada una en su trayecto de sanación, pero unidas en un tejido común de transformación. Las heridas se habían convertido en portales de crecimiento, y las máscaras de juicio y crítica desaparecieron, dejando al descubierto la verdadera esencia de cada persona-chakra.
Convergencia y Reconexión
Al caer la noche, los cinco viajantes del alma se reencontraron en el restaurante, iluminado por la suave luz de las velas. Los del Encuadre#1 y Encuadre#4 compartieron sus experiencias, formando un círculo energético que resonaba con una frecuencia renovada. Cada uno trajo un regalo simbólico: los del Encuadre#1 ofrecieron aceptación, mientras que los del Encuadre#4 compartieron fuerza y dinamismo.
Morphosland Granada vibró con una nueva melodía: el eco de las almas conectadas, cada una en su trayecto de sanación, pero unidas en un tejido común de transformación. Las heridas se habían convertido en portales de crecimiento, y las máscaras de juicio y crítica desaparecieron, dejando al descubierto la verdadera esencia de cada persona-chakra.
En ese momento, Raúl Ximénez, el visionario creador del método panóptico, se levantó. Con una mirada serena y una energía que irradiaba sabiduría, presentó al grupo un cuadro dividido en cuatro cuadrantes. Este esquema, diseñado con precisión, explicaba cómo las traslaciones entre los cuatro encuadres podían realizarse de varias maneras: en vertical (cuadrante |#1 y #4 o cuadrante #2 y #3 ) y en horizontal (cuadrante#1 y #2 o cuadrante #4 y #3) , moviéndose de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba, y de derecha a izquierda o de izquierda a derecha. Y también en diagonal, conectando el cuadrante#1 con el cuadrante#3 y viceversa, o el cuadrante#2 con el cuadrante#4, también en ambos sentidos.
Raúl explicó que estas transiciones no eran meros movimientos físicos, sino cambios de energía y conciencia. Cada traslación exigía una activación interna, un ajuste hormonal y un compromiso con el proceso de transformación. Su enfoque equilibraba lo abstracto y lo práctico, guiando a los presentes hacia una comprensión más profunda de su potencial y las posibilidades ilimitadas de conexión entre los encuadres.
El cuadro se convirtió en un punto focal, un mapa que cada persona-chakra llevaría consigo en sus futuros encuentros. Era un recordatorio de que, independientemente del lugar donde comenzaran su viaje, siempre había caminos para conectar, sanar y trascender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario