El sol del sábado ascendía majestuoso, proyectando su luz cálida sobre el Cuadrante#1, un espacio donde los encuadres del "desconocimiento" y del "conocimiento" tejían una narrativa universal. La herida de intuición apagada resonaba como un eco en los corazones, recordándonos aquello que buscamos comprender en nosotros mismos.
En este espacio panóptico, el chakra analógico del Tercer Ojo 6.0 brillaba intensamente, guiándonos hacia una perspectiva más elevada. A través del efecto espejo, cada crítica, cada incomodidad que sentíamos hacia los demás, se revelaba como una sombra interna, una pieza de nuestro ser que clamaba por ser iluminada. Era un espejo que no solo reflejaba, sino que también conectaba.
El cuadrante#1 "receptor" se abría entonces, como un abrazo energético dispuesto a recibir. Las energías del chakra raíz y del plexo solar, opuestos pero complementarios, fluían hacia este espacio insondable. El chakra raíz 1.0 nos proporcionaba estabilidad, y el chakra plexo solar irradiaba poder y propósito. Ambas fuerzas se entrelazaban, llenando cada vacío con vibraciones de amor y positividad y capaces de encender de nuevo una intuición apagada.
Así, el día se convirtió en un ritual de conexión y sanación. Cada observación hacia el exterior se transformaba en introspección; cada crítica evolucionaba hacia aceptación del sexto sentido. El tercer ojo, como guía analógica, nos ayudaba a redescubrir los hilos invisibles que nos conectan, no solo con los demás, sino con nosotros mismos.
Sin embargo, en el umbral de esta saturación energética, un nuevo desplazamiento se intuía. Habíamos encendido la intuición, apagado lo innecesario y cancelado una recepción que ya se sentía colmada. Ahora, el Cuadrante #2 nos esperaba, donde pivotábamos entre la armonía del encuadre_3 y la perfección del encuadre_4 de una herida analógica que se convertía en digital.
En este nuevo espacio, la recepción se volvía neutra, equilibrada. Nos observábamos nuevamente en un efecto espejo, pero esta vez bajo una luz renovada: las críticas o juicios de los demás que aún nos afectaban revelaban partes de nosotros mismos que requerían de una sanación mediante un escáner capaz de rastrear la herida digital en nuestro inconsciente. Era una invitación a aceptar estas energías, a integrarlas y a utilizarlas como herramientas para nuestra evolución espiritual.
Las energías chakrales recibidas del exterior cobraban sentido ahora, convirtiéndose en aliadas para llenar nuestros espacios interiores con fuerza, propósito y equilibrio. La danza del reflejo interior seguía su curso, transformando cada momento en un paso hacia la totalidad.
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