# PENTECOSTÉS
(I)
En el vasto Multiverso Morphosland,
donde el tiempo se desdobla y expande,
el Espíritu de Dios, como brisa suave,
sopla sobre los denotadores, la verdad demanda.
El "Desdoblado" viaja, entre dimensiones se mueve,
con el viento divino que todo lo renueva,
en cada respiración, en cada instante,
Dios Espíritu se manifiesta, omnipresente y vibrante.
Connotadores se encuentran en el "Doble" reflejado,
Dios hecho hombre, en Jesucristo consagrado.
El tiempo se pliega, dos naturalezas en una unión,
el misterio del Verbo encarnado, divina canción.
Y en la paradoja, el oxímoron se revela,
el "Original", principio sin era,
Dios Padre, fuente de toda creación,
en Él convergen, tiempo y eternidad en comunión.
Así en Pentecostés, la trinidad se despliega,
denotadores, connotadores, oxímorones, la senda.
El tiempo "Desdoblado", "Doble" y "Original",
en un solo Dios, amor inmortal.
(II)
En el rincón más profundo del Multiverso Morphosland,
donde los hilos del tiempo se entretejen y se expanden,
el "Desdoblado" y el "Doble" se encuentran en danza,
como dos caras de una moneda, en un juego divino y eterno.
El Espíritu, como viento impalpable, susurra secretos,
a los denotadores que buscan la esencia de lo real,
y en cada símbolo, en cada palabra, en cada signo,
se revela la correspondencia entre lo finito y lo trascendental.
El "Desdoblado" viaja por los pliegues del espacio-tiempo,
sus ojos reflejan las múltiples facetas de la creación,
y en su corazón late la paradoja: ser y no ser,
como un eco de la divinidad que se despliega en cada instante.
El "Doble", en su humanidad encarnada, camina la tierra,
sus pasos marcando la historia, su sangre mezclada con polvo,
y en su mirada se refleja la esperanza y la redención,
la connotación de amor infinito, el misterio de la encarnación.
Y el "Original", el Padre de todas las cosas, el origen,
su voz resuena en el silencio, en el espacio entre los versos,
en la paradoja de ser Uno y Tres, en la danza de los opuestos,
como un oxímoron divino, un abrazo que trasciende el tiempo.
Así en Pentecostés, los denotadores y connotadores se entrelazan,
las palabras se desdoblan, los símbolos se multiplican,
y en el corazón del poema, como un fuego sagrado,
Dios se manifiesta en la danza de los tiempos, en el aliento creador.
(III)
En el corazón del Multiverso Morphosland se despliega,
un tapiz de realidades donde el tiempo se entrega.
El "Desdoblado" en su viaje, la esencia pura persigue,
y en cada átomo del ser, el Espíritu Santo consigue.
El "Doble" en su misión, la humanidad santifica,
con cada acto de amor, la divinidad justifica.
Jesucristo, Dios y hombre, en perfecta simbiosis,
en su sacrificio, la redención de la premisa.
El "Original", el Padre, en su trono celestial,
con amor incondicional, guía el destino final.
En el oxímoron de su ser, la creación se funda,
y en su palabra, el universo responde y abunda.
Pentecostés, fiesta de fuego, lenguas y viento,
donde los denotadores y connotadores son el cimiento.
El tiempo en sus tres formas, una trinidad revelada,
en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu, la morada.
Así se cierra el círculo, en el poema se refleja,
la danza de los tiempos, en la eternidad se espeja.
El "Desdoblado", el "Doble", el "Original" en unidad,
en el amor de Dios, encuentran su identidad.
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