El hombre y la mujer de esta carta están el uno frente al otro y,
aún así no son capaces e verse el uno al otro claramente. Cada cual ha proyectado una imagen que ha construido en su mente, cubriendo el verdadero rostro de la persona que está mirando.
Todos nosotros podemos quedarnos atrapados en la proyección de
películas hechas por nosotros mismos, sobre las situaciones y las
personas que nos rodean.
Esto se produce cuando no somos totalmente conscientes de
nuestras propias expectativas, deseos y juicios. En
vez de responsabilizarnos por ellos y hacerla nuestra, tratamos de
atribuirla a los demás.
Una proyección puede ser diabólica o divina, perturbadora o
confortante, pero al fin y al cabo es una proyección: una nube
que nos impide ver la realidad tal como es. La única salida
consiste en reconocer el juego. Cuando encuentres que surge
un juicio respecto a otro, dale la vuelta: ¿No se refiere a ti,
realmente, lo que ves en otros? ¿Es clara tu visión, o está encubierta
por lo que quieres ver?
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