De la "catástrofe" a la "función de estado"
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El claro del bosque es un centro en el que no siempre es posible entrar.
No hay que buscarlo. No hay que buscar. Es la lección inmediata:
de los claros del bosque: no hay que ir a buscarlos, ni tampoco a buscar
nada de ellos. Nada determinado, prefigurado, consabido.
Del claro, o de recorrer la serie de claros que se van abriendo en ocasiones
y cerrándose en otras, se traen algunas palabras furtivas e indelebles al par,
inasibles, que pueden de momento reaparecer como un núcleo que pide
desenvolverse, aunque sea levemente; completarse más bien, es lo que parecen
pedir y a lo que llevan.
MARÍA ZAMBRANO
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Captura de videojuego Portal2 |
[...] Fue a Ramón del Valle-Inclán a quién le preguntaron cómo sería la literatura del futuro. Él respondió - después de reflexionar un momento- algo así como qué diablos me importa. Esa misma pregunta me la hago yo, y a vuelapluma me contesto que será análoga a la literatura que yo postulo en el presente: una literatura inmersiva en la cual se involucra al lector en un marco referencial en el cual él tiene distintos grados de libertad para su propio posicionamiento cognitivo subordinado parcialmente a una conectividad global, en la cual fenómenos como el teletransporte o transferencia (no de materia sino de estados de conciencia) sea factible y se ajuste al principio de incertidumbre de Heisenberg por el cual al aumentar la certeza sobre un parámetro aumentamos la incertidumbre sobre otro complementario. En definitiva una literatura "curativa" y "utópica" en la que se exija un entrenamiento previo en spintrónica o psicología cuántica por parte del poeta-terapeuta. Alguien pensará que para ese fin es necesario un nuevo soporte. Y es patente que ese medio ya no lo proporcionó Internet hace dos décadas.
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