Y pensar que un día quise ser Espronceda, y escribí mi personal Canción del Pirata: "Quiero ser ese pirata/ que navega por el mar/ sin cañones ni espadas/ sin nadie con quien luchar/ Mi bandera será blanca/ mi ideal la libertad/ mi barco será mi casa/ mi patria será la mar."
Y pensar que un día quise ser el Rubén Darío de Azul, y escribí: Vístete mujer/ y acompáñame a la ribera/ que quiero que el mar vea/ tus ojos resplandecer/ azules como ella es/ Que sepa por qué la dejo/ marchándome hoy tan lejos/ para nunca más volver/ ¡No sé cómo viviré!"
Y pensar que un día quise ser el Neruda de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, y escribí: "Son tus ojos oceánicos/ los que sin hablar me dicen/ los que en silencio llamo/ Si te miro en la tarde/ el sol queda reflejado/ en un iris de colores/ mezcla de rojo azulado/ Si siento soledad o tristeza/ busco siempre tu mirada/ como el marino en la noche/ busca el faro de luz blanca."
Y pensar que un día quise ser el Lorca de Poeta en Nueva York, y no escribí nada... Soñé hasta el alba. Y pensar... Y pensar... Y pensar... Pobre iluso. Al final no pude ser otro sino yo, pues la poesía no se elige. Te elige. Como dijo el poeta: "Ella sabrá".