Definitivamente ahí habito: en los corredores de la ilusión travestida, que tejen arañas prestidigitadoras; entre intervalos de sucesión muda a los que obliga un silencio constructivo; en la geometría aberrante del lenguaje; entre elongaciones de espectros y cartílagos; en la opacidad de los espejos, en los cuales, me veo aunque no me reconozco; en el error ponderable de las cartografías...; en un sinfín de resquicios u oquedades dormidas entre el musgo.
¡No es un mal lugar cuando te acostumbras!